viernes, 11 de marzo de 2011

VITAMINA Nº 32

¿MEREZCO EL HABER NACIDO?


¿Hice algo para merecer el nacimiento? Fue un regalo, Yo soy. Éste es un milagro. No he tenido derecho a un solo minuto. A algunos les es concedida sólo una hora. Yo he tenido treinta y dos años. Creo que la ansiedad que circula en mi vida nace de un desequilibrio entre lo que soy y lo que debería ser. Mi ansiedad no se origina en una visión del futuro, sino en el deseo de sujetarlo a mi voluntad.

El modelo por el cual debo vivir es no tener ningún modelo. Mi único hábito debería ser no tener hábitos. Porque lo hice de este modo una vez, ésta no es razón suficiente para no hacerlo hoy de otro modo diferente. El tiempo es cambio. Cuando hago algo no acostumbrado mis horas se llenan de segundos. Lo familiar contiene menos tiempo porque implica menos cambio. Entonces, puedo alargar mi vida manteniéndome aparte de doctrinas y de rutas ya trilladas.

¿Por qué valoro mis días de acuerdo a lo que he logrado? Cuando la ambición no sea ya mi dueña podré gozar recogiendo bolitas de hilo tendido sobre la alfombra. Sostengo un gato dormido entre mis brazos. ¿Qué más puedo desear? Si considero el aburrimiento como señal de mi deseo de cambiar de actividad, esto puede empujarme hacia nuevas ideas y convertirse en un estímulo para la originalidad.

El pasado se ha desvanecido y el futuro aún no ha llegado. Mis deseos, por lo tanto, deben ser sólo para y por el presente. Si cada cosa ocurriera como a mí me gusta o como la hubiera planeado, nunca experimentaría algo nuevo y mi vida sería una repetición infinita de viejos resultados. Mi temor a equivocarme parece basarse en la suposición secreta de que soy potencialmente perfecto. Pensar es, a veces, un mecanismo defensivo, un modo de evitar algunos sentimientos, una manera de no encarar la situación en que me encuentro. No luches contra un hecho, reconócelo.

Recibí de la naturaleza mi cuerpo y mis emociones, es absurdo que me censure por estar asustado o por sentirme inseguro, egoísta o vengativo. Hacerlo es como enojarme por el tamaño de mis pies. No soy responsable de mis sentimientos sino de lo que hago con ellos. Me invitaron a salir y respondí: «No puedo, debo permanecer en casa, mi mujer está enferma». Es evidente que no me hice responsable de mis actos. Espero tener, la próxima vez, el valor de afirmar que hago lo que hago porque deseo hacerlo.

Quiero vivir desde dentro hacia fuera, no desde fuera hacia adentro. Una reacción negativa es mejor que ninguna reacción. Preferiría que alguien me odiase a que no me viera. Al menos, si me odia, no le soy indiferente. Ésta es la dinámica de la amistad: Al comienzo sólo vemos las virtudes del otro y luego sólo sus defectos. Si proseguimos, tal vez alcancemos a vernos realmente. Entonces seremos amigos...

Yo me quiero cuando soy yo mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

PARECE SER QUE ESTE APARTADO ES PARA MENSAJE DE FORMULARIO, VEREMOS QUE ES.