miércoles, 9 de febrero de 2011

VITAMINA Nº 7

CARTA A UN AMIGO

Querido amigo:

Te escribo porque tengo necesidad de decirte algunas cosas de mi vida que pesan profundamente y que solamente tú puedes comprender. Aunque me duele confesar mi verdad, ha llegado el momento de confiártelas. No había tenido tiempo para hacerlo antes.

Amigo. No he tenido tiempo para escucharte, mucho menos para merecer tu amistad, pero la verdad siempre consideré que contigo no iba a poder hacer negocios. Tu charla me parecía intranscendente, sentía que iba a perder mi tiempo sin sentido. Sé que me buscaste más de una vez. Que tenías la necesidad de que te escucharas y esperabas mi comprensión y consuelo. Pero la verdad, mi tiempo lo dediqué solo a aquellos que me dejaban dinero. Ahora entiendo qué importante es tener amigos en la virtud y no solamente socios en la utilidad. Ahora sé que la amistad es un solo corazón que late en dos cuerpos, y es la expresión sublime del amor. Te confieso que me siento solo. Y que he comprendido que únicamente lo barato se compra con dinero. Que un amigo sincero no tiene precio.

No tuve tiempo para amar a mis padres. Aquellos ancianos que dieron la vida por mí. Aquel hombre que puso todo su esfuerzo para forjar en mí un ser de provecho y aquella mujer que tejió mi alma con su ternura y paciencia que cuidó de mí hasta el fin de sus días y que siempre me concedió su comprensión y su perdón. Y cómo fastidiaban con sus achaques de viejos y quién iba a tener tiempo de aguantar sus eternas conversaciones y anécdotas repetidas mil veces viviendo siempre en el pasado. Recuerdo cómo esperaba noticias mías, haciendo suyas mis derrotas y alegrías. Ahora que soy padre comprendo que el amor es en esencia: paciencia y capacidad de perdón. Cuanto me toleraron. Pude haberles dado un poco más de mi tiempo en su soledad.

No tuve tiempo para estar cerca de mi hermano. Guardábamos tantas rencillas y diferencias... Fuimos concebidos en el mismo vientre y las mismas lágrimas curaron nuestras heridas. Sé que me necesitaba. Pero nunca lo conquisté como amigo. Podíamos haber sido entrañables compañeros.

No tuve tiempo para amar a mi pareja cuya ofrenda de adolescencia fueron su juventud y sus ilusiones. No tuve tiempo para darle la felicidad que buscaba cuando se unió a mí. Cuántas humillaciones y desprecios sufrió porque creí que no comprendía mi lucha y realización. Ahora sé que su silencio fue presencia y compañía. Que era parte de mi aventura diaria de vivir, pero la olvidé en el camino.

No tuve tiempo para amar a mi nación. Tierra a la que pertenezco, tierra que todos los días me entregó sus frutos. Lugar de oportunidades, de realizaciones, origen de mis hijos y de mi hogar. Sólo me serví de ella encerrándome en mi bienestar. No comprendiendo el esfuerzo que hicieron mis antepasados y la sangre que tantos derramaron para ofrendarme la libertad. Ahora comprendo que nuestro hogar es donde nuestro origen ha germinado. Que es el espacio en el que tenemos el compromiso de mejorar. Cuantas injusticias a mí alrededor. Cuanta necesidad de niños marginados, de campesinos de manos encallecidas que ven sus esperanzas truncadas, pero yo solamente tenía tiempo para mi bien-vivir. Después de todo lo que me ha dado reflexiono. ¿Mi país ha sido bueno conmigo? Y me pregunto: ¿Habré sido yo bueno para mi nación?.

No he tenido tiempo para amar a mis hijos. Estuve siempre tan atareado en cosas tan importantes como el trabajo diario, las finanzas, la televisión y muchas ocupaciones que los pequeños no entienden. Les debo las caricias que siembran la generosidad en el corazón de los niños. El escucharles para que sientan la dulzura de la compañía. El patear un balón para que aprendan a dar espacio a la alegría. Una sonrisa para que sepan reír a la vida. No tuve tiempo de verlos crecer. Yo justificaba mi ausencia por su bien. Tenía tanto trabajo que me olvidé forjarles para una vida superior. Pero qué sabían ellos qué dura era la realidad. Qué equivocado estaba. Me preocupé por darles todo lo necesario, pero olvidé formarles un corazón que tuviera ideales y fortaleza para vivir. Recuerdo sus caritas de niños y sus miradas suplicándome un beso de ternura. Creía que yo no tenía tiempo de cursilerías. Al adolescente lo marginé y me negué a comprenderlo en su despertar. A encontrarle un destino alto y noble y a apoyarlo en su plena realización. No tuve nada más que críticas y sermones severos que sólo me alejaron de él. Ahora me pregunto: ¿Qué calidad hijos heredé al mundo?

Ahora que tengo un poco de tiempo pido perdón:

A mi amigo querido y no buscado.

A mis padres entrañados y abandonados.

A mi hermano lazo de sangre olvidado.

A mi pareja parte de un sueño truncado.

A mi nación tierra desgarrada y no cultivada.

A mis hijos parte de mi ser y tiempo que no ha de volver.

A ti mi Dios. Amigo mío. Te pido ahora que conoces mi secreto que me des un poco de tu tiempo para que me acompañes en mi vejez. Te pido que nos hagas comprender que el tiempo no perdona y que es nuestra vida lo único valioso que podemos ofrecer a los seres que amamos y que nos aman. Me arrepiento Señor, porque no tuve tiempo para amar. Quisiera tener tu presencia cerca de tu alma ahora que me he decidido a vivir. Señor ¿no será demasiado tarde para que me decida a amar?. Te prometo Señor que hoy será el primer día del resto de mi vida. Y que hoy tendré tiempo para ser feliz.

2 comentarios:

PARECE SER QUE ESTE APARTADO ES PARA MENSAJE DE FORMULARIO, VEREMOS QUE ES.